26 de octubre de 2013
Por Yanireth Israde
Reforma
Angelique Kidjo se presenta nuevamente, en el programa ‘A las puertas del Palacio’, este sábado a las 20:00 horas.
Ciudad de México (26 octubre 2013).- Ganó el duelo Angelique Kidjo, aunque primero el frío se impuso. La cantante africana, una artista volcánica, debió ceñirse una chamarra negra sobre el vestido sin mangas durante el concierto que ofreció afuera del Palacio de Bellas Artes, la noche de jueves.
Las primeras canciones transcurrieron así, abrigada la mujer nacida en Benin 53 años atrás, la misma que durante un concierto en Zimbawe llamó monstruo al líder de la nación por su régimen de pesadilla. La multitud evitó que agentes de inteligencia la retiraran del escenario. Salió la mañana siguiente en el primer vuelo.
Aquí sólo interrumpe, por lo pronto, para decirle al público -la mayoría sentado- que baile cuando interpreta Senamou. Ella lo hace: arroja los pies con brío en el escenario, se despoja de la chamarra, sus hombros morenos retozan en el aire helado.
“¡Se pone mi vida en peligro!”, admite en inglés y se cubre de nuevo para interpretar en español el bolero Perfidia, respetuosa del ritmo, almibarada la voz.
Confiesa que Lila Downs, parte del gentío acomodado en sillas de vinil, le enseñó a cantar en “idioma mexicano”.
A la hora de la Pata pata, la legendaria canción que popularizó la sudafricana Miriam Makeba -inspirada en una danza de las chabolas de Johannesburgo- le estorba otra vez la chamarra, tampoco le alcanza el escenario: corre entre el público, sortea vallas, palmea ruda con su palma las palmas de la gente.
De regreso en escena -recobra la chaqueta- pide un acto de reciprocidad: que el público suba. Las primeras en treparse son las mujeres. “Women first!”, se alegra.
Pregunta, provocadora, por los hombres: “¿dónde están?”. Después se resigna: “Si México me da tres hombres, pues tres hombres tomo”.
Cuando canta Mamá África arriba parece romería. Lila Downs tiene el micrófono, Kidjo baila, la gente se tuerce a golpe de percusiones, la chamarra de la cantante pierde el duelo, otros suéteres también caen abatidos por el fuego africano. Abajo las tarimas tiemblan. Ella grita ‘Viva México’. Se despide enardecida. Unos aplauden, otros se besan. Qué calor hace.