Noviembre de 2013
Redacción IM Noticias
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Morelia, Mich. De forma hipnótica la música de Philip Glass burló al tiempo para rescatar la esencia romántica de una de las películas iconográficas del género del terror, pero que en la actualidad ya no provoca tanto miedo.
El compositor estadounidense fue también ejecutante de su propia obra y alternó de forma trepidante en los teclados, con Michael Riesman, mientras que las cuerdas de Kronos Quartet ejercieron el rasgo dramático a la presentación musicalizada de la película Drácula (Tod Browning, 1931).
Uno de los aplausos más contundente del Festival de Música de Morelia, retumbó en el teatro Morelos luego de una función a la usanza del cine mudo; es decir, con orquestación sincronizada en vivo, aunque en realidad esta versión fílmica de la obra literaria de Bram Stoker, sí disponía y dispuso de voces, aunque también de un nuevo sound track.
Aunque los puristas del cine consideran que re musicalizar Drácula representó un atentado contra la sobriedad original del filme, el fenómeno más señalado respecto a la aportación del Glass-Riesman-Quarter para esta obra, y que tuvo eco en los comentarios del público moreliano que llenó la sala, fue el rescatar el espíritu más romántico del filme.
Mientras La Modernidad, como consecuencia cultural ha cegado con sus resplandores los misterios de la vida y al propio arte, al grado de hacer cómica una película que a principios del siglo pasado era terrorífica, la composición de Glass generó atmósferas hipnóticas, bucólicas, de una densidad onírica que invadió el recuerdo para hacer evidente que los seres y el aliento de la noche, aún pueden ser un contraste existencial.
La red de misterio para renovar esta película se tejió con una compleja trama de cuerdas resonantes que a cada escena fugaban en cierta melodía de situación especial, como la alta tensión en el duelo entre Val Helsing y Drácula; o la dulzura nebulosa de las escenas de amor.
En otra faceta, las cadencia de los teclados era densa en el caso de la ejecución de Glass y más rítmica, en las partes concernientes a Riesman; en consecuencia, se creaba una especie de espiral dramática que daba movimiento a las escenas, pero como en una espiral eterna, como navegando en las noche de los tiempos sin llegar nunca a puerto cómodo.
Al final de la sui géneris función de cine, se advirtió que lo acontecido esta noche en el Festival de Música de Morelia fue un acontecimiento musical y cultural que seguirán dando vueltas en el inconsciente de gran parte de los asistentes.