5 de febrero de 2009
Por Marino González
Milenio
La cantante alemana ofreció un memorable concierto que mantuvo cautivo al público de principio a fin. La vela tenía un objetivo doble: celebrar los cinco años de Cultura UdeG y los cuatro del Teatro Diana. Lemper hizo de la noche una fiesta plagada de sensualidad y sorprendió al público con su actuación sobre el escenario.
Guadalajara-Edgar Velasco
Sensualidad. Energía. Risas. Pero sobre todo, canto. Todo eso convocó Ute Lemper anoche, en el Teatro Diana, durante un concierto que se convirtió en una verdadera fiesta que tuvo como protagonista a la cantante alemana, quien ofreció una velada con objetivo doble: celebrar los cinco años de Cultura UdeG y, también, los cuatro del recinto universitario. Y la gente, que casi llenó el teatro, hizo lo que le correspondía: se sumó a la celebración.
Desde su aparición Ute Lemper se echó a la bolsa a los asistentes. Acompañada por sus músicos ofreció un repertorio que definió como un viaje, cuyas estaciones fueron más de diez temas que llevaron a la gente de la escucha atenta a la euforia. Cabaretera consumada, Lemper se dio tiempo de coquetear con el público, en especial con Juan Carlos que, sentado en la primera fila junto a Adolfo, seguramente nunca se imaginó que se convertiría en coprotagonista de la noche. La intérprete alemana jugó con él y su vecino de asiento, provocando las risas de un público para el que el idioma no fue una barrera que impidiera la comunión con la cantante.
Dueña única del escenario, la alemana se permitió cantar, como dictan los cánones, recostada sobre el piano de cola; jugueteó con una estola roja y no dejó escapar la oportunidad para parodiar a las grandes damas de la política internacional: Angela Merkel, Carla Bruni, Condolezza Rice y Sarah Palin. Habló, también, del “capítulo oscuro” que representó el nazismo para Alemania y de la situación que pasó el país europeo después de la Segunda Guerra Mundial.
Los temas en francés, inglés y alemán tuvieron un paréntesis cuando, acompañada por su guitarrista, Ute Lemper se dio el lujo de cantar, en perfecto español, el tema “Noche de ronda”. Y luego se convirtió en una vampiresa, con mordisco de cuello incluido para Adolfo, cuando interpretó el tema “Vamp”.
Luego de dejar al público entregado en una ovación de pie, Ute Lemper se despidió. La gente abandonó el foro para pasar al brindis que, afuera del Teatro Diana, se ofrecía a todo el que quisiera sumarse. Para describir la impresión que dejó la alemana, nada mejor que las palabras el poeta Ernesto Flores: “Fue un concierto maravilloso. Lo había visto en televisión y me pareció una buena cantante, como muchas. Después de lo que vi, no creo que haya mucha gente en el mundo que tenga tal cantidad de recursos como esta mujer, que es una artista”.
“Soy una cantante realista”
Al final del día, Ute Lemper es “una madre trabajadora”. Amante de las cosas sencillas, de “las relaciones, del amor, calidez, amigos, buena comida, amigos, música.
Y hedonismo, tomar cada segundo que tienes y beberlo, porque mañana se puede acabar”, la cantante germana se sintió sorprendida en su primera presentación en la ciudad ante el público tapatío, al que describió como una gran audiencia, internacional, participativa. “No soy una cantante romántica, soy realista. Estudio situaciones, las grandes preguntas de la soledad, agresión, odio, amor, desesperación. Las grandes emociones que cualquier poeta escribe”, expresó sobre su carrera, que alcanza ya el cuarto de siglo. Repite constantemente la palabra viaje, y eso es su espectáculo, al que no le gusta encasillar con una definición, un viaje a la historia de su patria, de los lugares en los que ha vivido. “Es más una velada en la que no me ven sólo como músico, sino como una persona con una historia de diálogos con mi patria, donde crecí, donde vivo.
El origen del repertorio alemán es político. Siempre he estado interesada en encontrar el aspecto en otros repertorios”. Busca lo real en las canciones que interpreta, aquellas que en sus letras repasen sentimientos como la soledad, el dolor, dice, todos los aspectos de la vida incluidos los sociopolíticos. Le gustaría cantar en portugués y ama la sonoridad de las lenguas indígenas, aunque admite que no le gustaría ser una cantante demasiado ecléctica. “No amo las canciones felices. Es bueno cantar canciones sobre la vida, porque la música te conecta con las palabras no dichas, la soledad, el dolor. La música es la expresión más directa de eso, sin ningún lucimiento, directo del corazón, y todo mundo la entiende”.
Guadalajara. Karla Bañuelos Saenz
A viva voz:
Sobre su cotidianidad
“Tengo una vida muy normal. Soy una madre trabajadora, esa es mi realidad”
Sobre su arte:
“No quiero ser una cantante demasiado ecléctica. No quiero fingir.”
PÚBLIO
Cultura