19 de octubre de 2009
El viento gélido, que amenazaba la noche del sábado con dejar petrificado al público cervantino, en la Explanada de la Alhóndiga de Granaditas, fue combatido con las ráfagas de candela y jocosidad caribeña que Willy Chirino descargó, canción tras canción, durante su actuación en el 37 Festival Internacional Cervantino, provocando que, de manera sistemática, el calor de la salsa elevará la temperatura del foro, que poco a poco se entregó al creador del ‘sonido de Miami’ quien, ataviado en jeans y jersey azules, llevo al público a una reconfortante velada con el olor a tabaco y sabor a café, tan distintivo de la zona del Caribe.
Cerca de siete mil asistentes se dieron cita al evento, donde el cantautor nacido en Pinar del Río, Cuba, ofreció un programa lleno de reminiscencias de su tierra, una mezcla de música urbana, reggaeton, son, guaracha, salsa y boleros, que hizo bailar a gran parte de los asistentes, dentro y fuera del recinto, donde la mejor forma de combatir el frío fue mover el cuerpo y dejarse llevar por la música de Chirino, quien de manera intempestiva invitó a subir al escenario al notable saxofonista cubano Paquito D’Rivera, otorgándole un plus a su presentación.
El palomazo de Paquito fue uno de los puntos climáticos de esta presentación, que paulatinamente subió de intensidad al ritmo de temas como Medias negras, original de Joaquín Sabina, Soy Guajiro, Lo que está pa’ti; Hay amores, y un tema de esperanza para los ciudadanos que viven en el exilio, Trece de Julio (El mar nos une), que dedicó a los cubanos de dentro y fuera de su patria.
Asimismo, revivió algunos de los temas incluidos en la producción Los Campeones de la Salsa, entre ellos duetos que hiciera con Celia Cruz y Óscar D’León. Cabe mencionar que muchas de sus canciones se han convertido en himnos de esperanza para millones, en especial del pueblo cubano, entre ellos Nuestro día (Ya viene llegando). Mientras otros, como Soy Guajiro, pintan musicalmente un paisaje rural difícil de superar, o presentan una problemática social digna de meditar, tal es el caso de La Jinetera.
El cantautor mostró al público cervantino ese estilo único por la fusión de tonalidades cubanas, rock, del Caribe o Brasil, que ha forjado a lo largo de ya cerca de cuatro décadas de trayectoria artística. Así, se construyó un espectáculo donde la música tropical, en conjunto con la jovialidad de Chirino, pusieron en movimiento a todos aquellos que abrieron su espíritu al contagioso ritmo con alma cubana que se dejó sentir en la Explanada de la Alhóndiga de Granaditas.
Se trato de un concierto singular, un híbrido de música urbana, donde el artista volvió a fusionar ritmos con mensajes políticos, sociales, de amor y, sobre todo, de optimismo, ese sentimiento que le apasiona y que se ha convertido en su bandera para la vida.
Fuente: (festivalcervantino.gob.mx)